MATEO
de Armando Discépolo
Dirección: Guillermo Cacace
Elenco: Roberto Carnaghi, Rita Cortese, Mario Alarcón, Horacio Acosta, Max Berliner, Paloma Contreras, David Masajnik, Iván Moschner y Agustín Rittano
Músicos: Demián Luaces, Eliana Liuni, Juan Pablo Casares, Francisco Casares y Patricia Casares (música y dirección musical).
David Seldes: iluminación,
Magda Banach:diseño de vestuario
Félix Padrón: escenografía.
Funciones: jueves a sábados a las 21.00 horas y los domingos a las 20.30 horas.
Platea: $40
Este clásico del creador del grotesco criollo, Armando Discépolo (estrenada en 1923), retrata a través de la hondura de sus personajes, las miserias de un orden social injusto.
Ellos son los arquetipos de la oleada de inmigrantes italianos de esa época, llevando a cuestas la pobreza cotidiana por falta de trabajo, la pérdida de las utopías,el desarraigo, y la falta de comunicación con los demás y con su familia por las difrencias generacionales.
Dentro de un género teatral que tiene la particularidad de transitar la realidad entre el humor y el drama, poniendo la tensión en los sucesivos fracasos que llevan a la degradación final.
Además de mostrarnos las dos caras que adoptan estos seres desesperados y el esfuerzo que los conduce a dejar caer la pesada máscara que cubre sus verdadero rostro y devela el mundo interior.
La obra relata la historia de Michele, un inmigrante italiano que sobrevive de los viajes que realiza con su carruage tirado por el fiel caballo Mateo.
Pero el progreso irrumpe en la ciudad con la llegada del automóvil, y esto deja al protagonista sin su fuente de ingresos.
La miseria, las deudas, los conflictos familiares y el ocaso de Mateo lo arrinconan y obligan a trasgredir la línea moral y ética en una especie de pacto con el diablo,instigado por su paisano Severino.
Esta versión de Guillermo Cacace recurre a una puesta sobria y oscura que testimonia la deseperanza, el hacinamiento del conventillo, y los sueños lejanos evocados por la música en vivo, además del imponente efecto que produce el caballo Mateo (interpretado por Max Berliner), emergiendo del escenario con un conductor del carro desbordado.
de Armando Discépolo
Dirección: Guillermo Cacace
Elenco: Roberto Carnaghi, Rita Cortese, Mario Alarcón, Horacio Acosta, Max Berliner, Paloma Contreras, David Masajnik, Iván Moschner y Agustín Rittano
Músicos: Demián Luaces, Eliana Liuni, Juan Pablo Casares, Francisco Casares y Patricia Casares (música y dirección musical).
David Seldes: iluminación,
Magda Banach:diseño de vestuario
Félix Padrón: escenografía.
Funciones: jueves a sábados a las 21.00 horas y los domingos a las 20.30 horas.
Platea: $40
Este clásico del creador del grotesco criollo, Armando Discépolo (estrenada en 1923), retrata a través de la hondura de sus personajes, las miserias de un orden social injusto.
Ellos son los arquetipos de la oleada de inmigrantes italianos de esa época, llevando a cuestas la pobreza cotidiana por falta de trabajo, la pérdida de las utopías,el desarraigo, y la falta de comunicación con los demás y con su familia por las difrencias generacionales.
Dentro de un género teatral que tiene la particularidad de transitar la realidad entre el humor y el drama, poniendo la tensión en los sucesivos fracasos que llevan a la degradación final.
Además de mostrarnos las dos caras que adoptan estos seres desesperados y el esfuerzo que los conduce a dejar caer la pesada máscara que cubre sus verdadero rostro y devela el mundo interior.
La obra relata la historia de Michele, un inmigrante italiano que sobrevive de los viajes que realiza con su carruage tirado por el fiel caballo Mateo.
Pero el progreso irrumpe en la ciudad con la llegada del automóvil, y esto deja al protagonista sin su fuente de ingresos.
La miseria, las deudas, los conflictos familiares y el ocaso de Mateo lo arrinconan y obligan a trasgredir la línea moral y ética en una especie de pacto con el diablo,instigado por su paisano Severino.
Esta versión de Guillermo Cacace recurre a una puesta sobria y oscura que testimonia la deseperanza, el hacinamiento del conventillo, y los sueños lejanos evocados por la música en vivo, además del imponente efecto que produce el caballo Mateo (interpretado por Max Berliner), emergiendo del escenario con un conductor del carro desbordado.
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