SALOMÉ DE CHACRA
dramaturgia y dirección Mauricio Kartun
Elenco: Osqui Guzmán (gringuete), Manuel Vicente (Herodes), Lorena Vega (Salomé), Stella Galazzi (Cochonga)
Asistente artística: Lorena Ballestrero.
Supervisión de movimientos:Luciana Acuña.
Diseño sonoro: Tian Brass.
Diseño de iluminación: Alejandro Le Roux.
Diseño de vestuario: Gabriela A. Fernández.
Diseño de escenografía y realización de elementos: Norberto Laino.
Teatro San Martín Avenida Corrientes 1530
Sala Cunill Cabanellas
Funciones: miércoles a sábados 21 h, domingos 20 h.
Con el rigor y la magia que lo caracteriza, Mauricio Kartun atraviesa el mito de Salomé al ambiente de una chacra pampeana.
En medio de un día agitado por la faena de animales para chacinados, llegan desde Europa Salomé con su madre, que en esta historia es la Chochonga.
Herodes el padrastro la recibe y al verla sus instintos se encienden, al igual que los del solícito peón, “el gringuete”, tal vez por efecto del viento norte que enturbia los pensamientos.
En el aljibe del patio Herodes mantiene castigado a un gaucho anarquista, hasta que aprenda de la constitución los valores de la democracia. Este gaucho representa a Juan el Bautista y su voz resuena como la conciencia desde el fondo del pozo, cautivando a Salomé, que arde en pasión por poseer esa boca reveladora.
El padrastro insiste con un bailecito lascivo que realizaba cuando era niña, ella pacta sexo por la boca del rebelde, pero es su madre la que insita a obtener como trofeo la cabeza del Bautista, germen metáforico de los ideales de cambio.
Impecables creaciones en las criaturas que habitan en los actores, que construyen el delicado equilibrio entre el desparpajo a través del humor y la poesía.
Lorena Vega concentra en su cuerpo la síntesis del deseo, Osqui Gusmán moldea y dice lo callado, Stella Galazzi y Manuel Vicente son la expresión delirante de la hipocrecía de una época.
Los detalles de iluminación y escenografía refuerzan la idea de parodiar la tragedia y asimilarla a nuestra escencia.
También la puesta suma a la fuerza del texto recreando un altar de ofrendas recargado con velas, flores y osamentas, donde se mezcla lo sagrado y lo profano.
dramaturgia y dirección Mauricio Kartun
Elenco: Osqui Guzmán (gringuete), Manuel Vicente (Herodes), Lorena Vega (Salomé), Stella Galazzi (Cochonga)
Asistente artística: Lorena Ballestrero.
Supervisión de movimientos:Luciana Acuña.
Diseño sonoro: Tian Brass.
Diseño de iluminación: Alejandro Le Roux.
Diseño de vestuario: Gabriela A. Fernández.
Diseño de escenografía y realización de elementos: Norberto Laino.
Teatro San Martín Avenida Corrientes 1530
Sala Cunill Cabanellas
Funciones: miércoles a sábados 21 h, domingos 20 h.
Con el rigor y la magia que lo caracteriza, Mauricio Kartun atraviesa el mito de Salomé al ambiente de una chacra pampeana.
En medio de un día agitado por la faena de animales para chacinados, llegan desde Europa Salomé con su madre, que en esta historia es la Chochonga.
Herodes el padrastro la recibe y al verla sus instintos se encienden, al igual que los del solícito peón, “el gringuete”, tal vez por efecto del viento norte que enturbia los pensamientos.
En el aljibe del patio Herodes mantiene castigado a un gaucho anarquista, hasta que aprenda de la constitución los valores de la democracia. Este gaucho representa a Juan el Bautista y su voz resuena como la conciencia desde el fondo del pozo, cautivando a Salomé, que arde en pasión por poseer esa boca reveladora.
El padrastro insiste con un bailecito lascivo que realizaba cuando era niña, ella pacta sexo por la boca del rebelde, pero es su madre la que insita a obtener como trofeo la cabeza del Bautista, germen metáforico de los ideales de cambio.
Impecables creaciones en las criaturas que habitan en los actores, que construyen el delicado equilibrio entre el desparpajo a través del humor y la poesía.
Lorena Vega concentra en su cuerpo la síntesis del deseo, Osqui Gusmán moldea y dice lo callado, Stella Galazzi y Manuel Vicente son la expresión delirante de la hipocrecía de una época.
Los detalles de iluminación y escenografía refuerzan la idea de parodiar la tragedia y asimilarla a nuestra escencia.
También la puesta suma a la fuerza del texto recreando un altar de ofrendas recargado con velas, flores y osamentas, donde se mezcla lo sagrado y lo profano.