“LA MUJER QUIETA”
(El fantasma de una sonrisa)
Dramaturgia y dirección Miguel Ángel Santín
Elenco: Flavia Calasciveta y Miguel Angel Santin
Teatro Andamio 90 Paraná 660 Capital Federal
Teléfonos: 4373-5670
Funciones: Viernes - 22:30 hs -
Desde la mirada serena y enigmática de la Gioconda esta obra se interna en la genialidad de Leonardo Da Vinci, que rompió con los cánones del Quattrocento en cuanto a la concepción de la belleza, merced a su observación de la naturaleza y el conocimiento de todas las ciencias.
La relación que unió al artista y a Lisa Gherardini la inmortal “Lisa”, durante los tres años que la visitó para retratarla, la grandeza y las pequeñeces del ser humano que lo habitaba.
La valoración de su madre soltera Caterina, la pulsión interna que lo movilizaba a crear, su sexualidad y lo avanzado de su pensamiento en referencia a la mujer, insistiendo en que su modelo tuviera una identidad propia, Madonna Lisa o Mona Lisa en lugar de Gioconda (por Giocondo el apellido del marido).
El peregrinaje del cuadro del cuál por algún raro designio no podía desprenderse, que lo acompaño a Francia y vivió con él hasta sus últimos días, con detalles sin terminar.
El reencuentro con su musa inspiradora, el secreto de amor que los unía de maneras diferentes y que tal vez cobró vida en el misterio que encierra.
Con una puesta en escena que utiliza todo el ámbito del teatro, incluso los pasillos, desde dónde somos conducidos en un viaje de ida y vuelta en el tiempo, por la vehemencia del gran Florentino.
Logradas e intensas actuaciones dan vida a dos seres que tal vez existieron en un tiempo que no los contenía, dentro de una ambientación escenográfica y sobre todo el vestuario con acabada imagen de época. MUY BUENA.
Mabel Loschiavo.
Dramaturgia y dirección Miguel Ángel Santín
Elenco: Flavia Calasciveta y Miguel Angel Santin
Teatro Andamio 90 Paraná 660 Capital Federal
Teléfonos: 4373-5670
Funciones: Viernes - 22:30 hs -
Desde la mirada serena y enigmática de la Gioconda esta obra se interna en la genialidad de Leonardo Da Vinci, que rompió con los cánones del Quattrocento en cuanto a la concepción de la belleza, merced a su observación de la naturaleza y el conocimiento de todas las ciencias.
La relación que unió al artista y a Lisa Gherardini la inmortal “Lisa”, durante los tres años que la visitó para retratarla, la grandeza y las pequeñeces del ser humano que lo habitaba.
La valoración de su madre soltera Caterina, la pulsión interna que lo movilizaba a crear, su sexualidad y lo avanzado de su pensamiento en referencia a la mujer, insistiendo en que su modelo tuviera una identidad propia, Madonna Lisa o Mona Lisa en lugar de Gioconda (por Giocondo el apellido del marido).
El peregrinaje del cuadro del cuál por algún raro designio no podía desprenderse, que lo acompaño a Francia y vivió con él hasta sus últimos días, con detalles sin terminar.
El reencuentro con su musa inspiradora, el secreto de amor que los unía de maneras diferentes y que tal vez cobró vida en el misterio que encierra.
Con una puesta en escena que utiliza todo el ámbito del teatro, incluso los pasillos, desde dónde somos conducidos en un viaje de ida y vuelta en el tiempo, por la vehemencia del gran Florentino.
Logradas e intensas actuaciones dan vida a dos seres que tal vez existieron en un tiempo que no los contenía, dentro de una ambientación escenográfica y sobre todo el vestuario con acabada imagen de época. MUY BUENA.
Mabel Loschiavo.
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