Mirando pasar los trenes
Resumen
Ofelia, una fotógrafa ciega de nacimiento llega con su cándida hija Anna a una estación de tren; allí, en el bar de la estación, encuentran a Rodrigo, el encargado del bar, con quien entablarán una dispar conversación la que transcurrirá entre temores, recelos, dudas y tensiones.
La ciudad se encuentra en guerra; los sonidos y las impresiones de los protagonistas remiten a esporádicas escaramuzas que proporcionan su cuota de muertos y ruinas que Ofelia se obstina en fotografiar en busca de retratar estragos, algo con lo que ganado su fama. Fotografiar lo macabro, aciago y funesto es uno de sus objetivos, el otro es encontrarse con el Conde de Dos Mares.
IMPRESIONES sobre la obra.
La micropoética de la obra está inscripta entre el drama moderno disolutorio y el drama simbolista, no es un drama moderno canónico, por lo que no puede esperarse de ella la sujeción a los cánones realistas.
La caracterización de los tres personajes está determinada fuertemente por su temperamento y su conducta. En Ofelia: dureza, crueldad, autoritarismo, inclemencia, severidad, soberbia y altivez, en Anna: candidez, inocencia, ingenuidad y ternura, en Miguel: temor, sospecha, recelo y desconfianza.
La espera de un personaje que no aparece, el Conde de Dos Mares, nos remite al Godot de Becket tanto como en su figura de personaje sublime como en su intencionalidad. La que lo busca, Ofelia, no declara lo que la motiva ni tampoco da detalles acabados sobre él; sin embargo, el Conde está presente en la obra convirtiéndose así en un personaje sublime que toma presencia sólo en la mente del espectador.
El desarrollo dramático y en el devenir de la tensión que se mantiene constante de la obra se nos parece a los dramas del belga Maurice Maeterlinck como en “Los ciegos”. El ambiente y los gestos dramáticos similares al de “En tus últimas noches” de Francisco Lumerman están trabajados desde lo referencial y enunciativo. Así la violencia, la presión y la crueldad a la que está sometido el micro-mundo ficcional que elabora la obra se sustenta en base a símbolos, marcas con lo cual se construye la tesis de la obra.
El exterior, el entorno próximo, es aludido constantemente en base a sonidos, referencias y comentarios de los personajes construyendo acabadamente la idea de los sucesos que no vemos pero que están presentes, amenazantes y al acecho.
La obra es una gran metáfora que puede ser decodificada y deconstruida a partir de cada uno de los personajes y de la historia misma.
Ficha técnica:
“Mirando pasar los trenes”
Dramaturgia: Daniel Dimeco
Dirección: María Esther Fernández
Intérpretes: Cristina Dramisino, Miguel Ángel Vilar, Julieta Fernández.
Duración: 60 minutos (aproximadamente)
Teatro: El Búho
Tacuarí 215, Capital Federal, Argentina
Teléfonos: 4342-0885
Funciones: Sábado - 21:00 hs
Localidades: numeradas $ 30,00 y $ 25,00 para estudiantes y jubilados
Eduardo Jorge Gil Michelena
Septiembre de 2010
Resumen
Ofelia, una fotógrafa ciega de nacimiento llega con su cándida hija Anna a una estación de tren; allí, en el bar de la estación, encuentran a Rodrigo, el encargado del bar, con quien entablarán una dispar conversación la que transcurrirá entre temores, recelos, dudas y tensiones.
La ciudad se encuentra en guerra; los sonidos y las impresiones de los protagonistas remiten a esporádicas escaramuzas que proporcionan su cuota de muertos y ruinas que Ofelia se obstina en fotografiar en busca de retratar estragos, algo con lo que ganado su fama. Fotografiar lo macabro, aciago y funesto es uno de sus objetivos, el otro es encontrarse con el Conde de Dos Mares.
IMPRESIONES sobre la obra.
La micropoética de la obra está inscripta entre el drama moderno disolutorio y el drama simbolista, no es un drama moderno canónico, por lo que no puede esperarse de ella la sujeción a los cánones realistas.
La caracterización de los tres personajes está determinada fuertemente por su temperamento y su conducta. En Ofelia: dureza, crueldad, autoritarismo, inclemencia, severidad, soberbia y altivez, en Anna: candidez, inocencia, ingenuidad y ternura, en Miguel: temor, sospecha, recelo y desconfianza.
La espera de un personaje que no aparece, el Conde de Dos Mares, nos remite al Godot de Becket tanto como en su figura de personaje sublime como en su intencionalidad. La que lo busca, Ofelia, no declara lo que la motiva ni tampoco da detalles acabados sobre él; sin embargo, el Conde está presente en la obra convirtiéndose así en un personaje sublime que toma presencia sólo en la mente del espectador.
El desarrollo dramático y en el devenir de la tensión que se mantiene constante de la obra se nos parece a los dramas del belga Maurice Maeterlinck como en “Los ciegos”. El ambiente y los gestos dramáticos similares al de “En tus últimas noches” de Francisco Lumerman están trabajados desde lo referencial y enunciativo. Así la violencia, la presión y la crueldad a la que está sometido el micro-mundo ficcional que elabora la obra se sustenta en base a símbolos, marcas con lo cual se construye la tesis de la obra.
El exterior, el entorno próximo, es aludido constantemente en base a sonidos, referencias y comentarios de los personajes construyendo acabadamente la idea de los sucesos que no vemos pero que están presentes, amenazantes y al acecho.
La obra es una gran metáfora que puede ser decodificada y deconstruida a partir de cada uno de los personajes y de la historia misma.
Ficha técnica:
“Mirando pasar los trenes”
Dramaturgia: Daniel Dimeco
Dirección: María Esther Fernández
Intérpretes: Cristina Dramisino, Miguel Ángel Vilar, Julieta Fernández.
Duración: 60 minutos (aproximadamente)
Teatro: El Búho
Tacuarí 215, Capital Federal, Argentina
Teléfonos: 4342-0885
Funciones: Sábado - 21:00 hs
Localidades: numeradas $ 30,00 y $ 25,00 para estudiantes y jubilados
Eduardo Jorge Gil Michelena
Septiembre de 2010
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