GREEK
de Steven Berkoff traducción Rafael Spregelburd
Elenco: Ingrid Pelicori, Roxana Berco, Horacio Roca, Martín Urbaneja.
Diseño de luces: Marco Pastorino
Entrenamiento corporal: Florencia Rapan
Escenografía y vestuario: Pía Drugueri
Diseño coral de voces: Miguel Angel Pesce
Asistente de dirección: Marcio Barceló
Dirección: Analía Fedra García
Centro Cultural de la Cooperación Av. Corrientes 1543
Sala González Tuñón
Funciones: sábados y domingos 20:15 h.
Ambientada en Inglaterra de los años ochenta, en el seno de una familia de clase media, con dos hijos. Eddy, el varón, crece en un clima de dudas ya que los padres no pueden olvidar la profecía de un gitano, que les vaticinó que este hijo al crecer repetiría el mito griego del Edipo de Sófocles (matando a su padre y casándose con su madre). Con los años Eddy abandona el hogar porque presiente que el temor de que el augurio se cumpla, sigue latente.
Eddy se encamina al aeropuerto con la idea de abandonar el país y entra a una cafetería. Allí sostiene una lucha verbal con su dueño y lo mata, enamora a la esposa y comienza una etapa de bienestar junto a ella, a pesar de que en los alrededores la plaga sigue prosperando. Para liberar a la ciudad de ese estigma enfrenta a la esfinge, resuelve el acertijo y la vence. Entonces invita a sus padres para compartir con ellos su dicha, esto lo acerca a la inexorable verdad y al dilema cruel de “si es posible mutilarse por amor”.
Steven Berkoff impone una crítica satírica a la sociedad de esa época, con diálogos que transparentan las diferencias sociales, las luchas raciales, la violencia en el futbol, y los diferentes pensamientos políticos: la era Tatcher. Dejando muy en claro los contrastes en el uso del lenguaje típico de su país, sustentado en los extremos, con tintes ordinarios o elevados atravesando la poesía o la crudeza verbal. Utilizado a borbotones en extensos monólogos que permiten desahogar toda la bronca, deseos reprimidos y la necesidad de amor, poniendo siempre de manifiesto los despojos que deja la intolerancia en cualquier lugar.
Una puesta apropiada que permite el lucimiento de todos los actores, con algunos momentos cantados y de muy buen trabajo coral, con un preciso aprovechamiento del espacio casi despojado de escenografía, donde los protagonistas en algunos casos se desdoblan en otros personajes de singulares composiciones. Y el impecable Eddy, arrollador, que propone Martín Urbaneja.
Elenco: Ingrid Pelicori, Roxana Berco, Horacio Roca, Martín Urbaneja.
Diseño de luces: Marco Pastorino
Entrenamiento corporal: Florencia Rapan
Escenografía y vestuario: Pía Drugueri
Diseño coral de voces: Miguel Angel Pesce
Asistente de dirección: Marcio Barceló
Dirección: Analía Fedra García
Centro Cultural de la Cooperación Av. Corrientes 1543
Sala González Tuñón
Funciones: sábados y domingos 20:15 h.
Ambientada en Inglaterra de los años ochenta, en el seno de una familia de clase media, con dos hijos. Eddy, el varón, crece en un clima de dudas ya que los padres no pueden olvidar la profecía de un gitano, que les vaticinó que este hijo al crecer repetiría el mito griego del Edipo de Sófocles (matando a su padre y casándose con su madre). Con los años Eddy abandona el hogar porque presiente que el temor de que el augurio se cumpla, sigue latente.
Eddy se encamina al aeropuerto con la idea de abandonar el país y entra a una cafetería. Allí sostiene una lucha verbal con su dueño y lo mata, enamora a la esposa y comienza una etapa de bienestar junto a ella, a pesar de que en los alrededores la plaga sigue prosperando. Para liberar a la ciudad de ese estigma enfrenta a la esfinge, resuelve el acertijo y la vence. Entonces invita a sus padres para compartir con ellos su dicha, esto lo acerca a la inexorable verdad y al dilema cruel de “si es posible mutilarse por amor”.
Steven Berkoff impone una crítica satírica a la sociedad de esa época, con diálogos que transparentan las diferencias sociales, las luchas raciales, la violencia en el futbol, y los diferentes pensamientos políticos: la era Tatcher. Dejando muy en claro los contrastes en el uso del lenguaje típico de su país, sustentado en los extremos, con tintes ordinarios o elevados atravesando la poesía o la crudeza verbal. Utilizado a borbotones en extensos monólogos que permiten desahogar toda la bronca, deseos reprimidos y la necesidad de amor, poniendo siempre de manifiesto los despojos que deja la intolerancia en cualquier lugar.
Una puesta apropiada que permite el lucimiento de todos los actores, con algunos momentos cantados y de muy buen trabajo coral, con un preciso aprovechamiento del espacio casi despojado de escenografía, donde los protagonistas en algunos casos se desdoblan en otros personajes de singulares composiciones. Y el impecable Eddy, arrollador, que propone Martín Urbaneja.
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